Comparación entre el sistema lasallano y el modelo de Iván Illich

Título

Comparación entre el sistema lasallano y el modelo de Iván Illich

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Artículo

Autor

María Eugenia Minolli Metelli

Editor

Mariana Schenone
Tania Gil

Fecha

Agosto 2018

Idioma

Español

Comparación entre el sistema lasallano y el modelo de Iván Illich

María Eugenia Minolli Metelli

Profesora de Historia
Universidad Católica Argentina.


Palabras clave: Modelo lasallano, Modelo Illich, escuela, rol docente, instrucción simultánea


La escuela es una institución relativamente reciente en lo que respecta a la historia de la humanidad. Desde el siglo XVII, momento en que fue creada, quiso dar respuesta a los problemas de las distintas épocas que atravesó. Al ser una institución, posee un conjunto de rituales que generan un conjunto determinado de prácticas, los que podemos llamar dispositivos, que fueron variando a lo largo del tiempo, pero que se mantuvieron para conformar lo que conocemos como la institución escolar.
El objetivo de este trabajo es comparar dos momentos históricos relacionados con la cultura escolar: el modelo propuesto por La Salle, quien contribuyó a la formación de la escuela en el siglo XVII, y el que formuló Illich en el siglo XX, quien cuestionó la hegemonía escolar y propuso abolirla. Para realizar dicha comparación, se tomarán especialmente dos dispositivos, el rol del docente y la instrucción simultánea.

La escuela del siglo XVII
La escuela como tal surgió, como se mencionó previamente, en el siglo XVII, en el contexto de lo que Mead denomina “cultura post figurativa” (Narodowski y Botta, 2017), donde los adultos son considerados los más experimentados y se los valora por esa experiencia. En esta cultura, los niños deben escuchar a sus adultos, justamente porque poseen el conocimiento gracias a su experiencia, creándose, así, una relación asimétrica. Esta relación compone uno de los dispositivos fundamentales dentro de la escuela, haciendo que el adulto tenga que educar para la autonomía a los niños, igualando a la infancia con un estado de ignorancia, en donde los niños no saben nada hasta tanto ser educados por los adultos y lograr, así, la autonomía del conocimiento.
Juan Bautista de La Salle vivió a fines del siglo XVII y su obra, de acuerdo a Hamilton (2013) y a Arenas (2014), fue una clara respuesta a la situación que estaba viviendo Francia en ese momento. El país, en el período de 1630-1700, vivió una profunda recesión económica que trajo gran malestar social, combinada con problemas religiosos. Esta situación requería que se busque la restauración del orden en todos los sectores de la vida cotidiana.
Ante este contexto, La Salle quiso instalar escuelas gratuitas y sistemáticamente organizadas, que respondieran a la situación en la que había gran cantidad de niños viviendo en la calle. Estas escuelas deberían apostar a la salvación de almas, luchando por mantener a los chicos en la escuela, evitando que volvieran a la calle, donde estarían perdidos. Como se mencionó anteriormente, estas escuelas eran gratis, para que todos los niños pudieran acceder a ellas, sobre todo los que vivían en la calle.
La misión fundamental de la escuela, de acuerdo a La Salle, era mantener a los chicos dentro de la institución, resolviendo, así, el problema de los grandes números de pobres que había en ese momento. A su vez, la escuela debía, en su visión, ser lo suficientemente flexible como para aceptar los distintos tipos de infancias y poder educar a los niños para ser buenos ciudadanos y buenos cristianos. De esta manera, una vez finalizado su paso por la institución, los alumnos podrían volver al mundo de manera civilizada y adaptados al mundo.

La reacción frente a la escuela del siglo XX

El sistema que propuso Illich se desarrolló en el siglo XX, cuando se marca el fin de la hegemonía pos figurativa, a lo cual se presenta un dilema: la escuela, como institución típica de la cultura pos figurativa en un contexto en el que lo pos figurativo está en caída. Ante esta situación en la que la escuela empieza a dejar de brindar respuestas a la situación que se vive en ese momento, Illich propone la sustitución de la escuela por otro modelo. La propuesta está claramente en contra de la institución escolar, ya que la ve como una organización coercitiva de distribución de saberes, en la cual alguien externo elige qué aprenderá cada persona. Es por eso que sugiere desescolarizar los instrumentos para facilitar el proceso de aprendizaje. Al ser la cultura pre figurativa su contexto, ésta permite que haya identidades muy flexibles, que puedan ir intercambiando roles, como se analizará más adelante.
Asimismo, el autor no propone acabar con el ideal pansófico, sino que propone horizontalizarlo, haciendo que no haya más estructuras jerárquicas de control del aprendizaje. Es por esto que propone un nuevo estilo de relación educativa, donde no haya asimetrías.

El rol del docente

En el contexto de La Salle, el rol del docente es más bien el de un mediador de los estudiantes con el mundo. Su rol era el de conducir a la infancia hacia un estado de civilidad, enseñándoles también a ser buenos cristianos. A su vez, el maestro debía tener una presencia constante sobre el alumnado, para asegurarse que el orden era mantenido.
De esta manera, el rol fundamental del docente, en el modelo que propuso Lasalle, era el de mantener el orden entre los alumnos y formarlos. Esto era importante ya que el fin de la educación, según Lasalle, era mantener el mundo ordenado, debido a la situación que estaba viviendo Francia en ese momento.
Por otro lado, la disciplina era un componente fundamental en la obra de Lasalle, tanto para prevenir el desorden como para reprimirlo. Tan así era que era considerada el motor del buen funcionamiento del modelo. El objetivo, así, era que las faltas no ocurrieran, antes de incurrir en el castigo. Esto despertaba una actitud de cuidado y vigilancia, tanto en docentes como en alumnos, para evitar las faltas.
El docente debía tener una presencia constante, sin entrar en la familiarización con el alumnado, manteniendo siempre la debida distancia, para evitar faltas y conservar el orden requerido. Esta función de vigilancia primero fue corporal y, más tarde, fue epistemológica, ya que se controlaba qué conjunto de saberes eran lícitos para ser transmitidos.
A su vez, el maestro también era vigilado por instancias superiores (directivos, inspectores), ya que también había que controlar su comportamiento. Así, el docente era un intelectual vigilado, que no era libre para enseñar lo que quería, y que también era controlado para evitar que incurra en errores.
De todas maneras, el rol del docente podía ser ocupado por cualquier adulto, por el simple hecho de ser tal, ya que poseían una legitimidad de origen, incuestionable por parte de los niños. Él era quien tomaba decisiones con respecto a mecanismos y métodos. El maestro poseía el control absoluto sobre la clase.
A su vez, La Salle fue el primero en proponer la profesionalización de la tarea docente, al crear un Magisterio para que los docentes se formen en distintos tipos de cualidades que debían poseer. De esta manera, podemos evidenciar que éste tenía ciertas cualidades intelectuales, pero que estaban supeditadas a un determinado camino, el de mantener el orden en la escuela, cuestión primordial.
En cambio, Illich no sugiere que desaparezca el rol del docente, sino que se corra a éste de la centralidad del lugar del saber, permitiendo que varios sujetos la ocupen, rotando según los intereses que se busquen.
De esta manera, de acuerdo al autor, el aprendizaje se da por colaboración genuina entre quien quiere aprender y quien está dispuesto a compartir su conocimiento, sin necesidad de escolarizar este proceso, es decir, institucionalizarlo. El centro de este proceso está protagonizado por el interés de los que participan y no por el control excesivo sobre los actores participantes y la exigencia de cumplir con un curriculum rígido.
En este modelo, es doble el rol del docente, porque está quien enseña un contenido en particular (que, más tarde, podrá convertirse en alumno de otro conocimiento) y quien orienta los distintos procesos de aprendizaje, al ser quien tiene conocimiento sobre el aprendizaje humano. Ese es el rol del pedagogo. Como se puede observar, el docente no desaparece, pero deja de ser único y quien posee el depósito de todo el conocimiento.
De esta manera, podemos observar que mientras que el rol del docente, según Lasalle, pasa fundamentalmente por la manutención del orden, Illich propone que el docente se aboque a tareas de trasmisión de contenidos y, por otro lado, de orientación del proceso. Si bien estos roles son distintos, siempre se necesitará una persona que guíe a quien quiera aprender, aunque en un modelo (Lasalle), esta persona tendrá que ser un adulto obligatoriamente, mientras que en el modelo de Illich, esta persona podrá ir variando de acuerdo a lo que se busque aprender.

El sistema de instrucción simultánea

En este tema, Lasalle no continúa con la tradición de la instrucción individualizada, pero tampoco propone un sistema de instrucción simultánea, en donde un maestro enseña a muchos alumnos un mismo conocimiento, al mismo tiempo y con el mismo grado de dificultad, sin permitir diferencias entre los alumnos, considerándolos un todo.
El suyo representa un intermedio, en donde los alumnos se agrupan en una misma clase, cada cual siguiendo la lección que le correspondía, pero todos pasando por la instancia de evaluación. De esta manera, el rol del docente se jugaba más bien en la observación precisa y centralizada de los alumnos y en la elección de mecanismos y métodos para ellos. 
Por otro lado, Illich propone desescolarizar los grupos y que éstos dejen de estar divididos por edades, sexos, clases, etc. Su propuesta es que, quien esté interesado en recibir un conocimiento en particular, pueda recibirlo de alguien que ya posee dicho conocimiento y que se pone a disposición para enseñarlo. A su vez, éste último también podrá buscar expandir algún otro tipo de conocimiento, cambiando su rol y poniéndose a disposición de algún otro que tenga el conocimiento que él busca y lo ofrezca. Estas relaciones estarían orientadas por un pedagogo que tiene el conocimiento suficiente sobre el aprendizaje humano como para guiar cada proceso. Así, se volvería al sistema de instrucción individualizada, donde uno le enseña a otro, o al menos, semi-individualizada, porque existe la posibilidad de formar grupos de aprendizaje.
En este punto es en el que podemos notar drásticas diferencias entre un modelo y el otro, ya que Lasalle propone que los alumnos estén agrupados en una clase, pero que cada uno siga sus lecciones, mientras que Illich propone que directamente no haya clases y que los alumnos se junten de manera particular con quienes estén dispuestos a enseñar ciertos contenidos.

Conclusión

Los modelos de Lasalle e Illich son perfectos ejemplos de cómo una época y sus circunstancias determinan la institución escolar. El concepto central en la propuesta de Lasalle gira en torno a la conservación del orden y a la educación en valores de civilidad y cristianos. El docente es quien enseña a sus alumnos estos valores. En cambio, Illich, al ver que la escuela se está volviendo obsoleta, propone un sistema que desescolarice el proceso y que permita a los individuos buscar de acuerdo a sus propios intereses. El docente es quien se pone a disposición para enseñar aquello que sabe y, a su vez, podrá buscar a otro que sepa de algún tema que a él mismo le interese.


Referencias:

Arenas, Diego. (2004). “Infancia y lasallismo: algunas consideraciones para la reflexión”, IM-Pertinente 2 (1), 191-197.

Hamilton, David. (2013) Towards a Theory of Schooling. New York; Routledge, Cap. 2 y 3.

Illich, I. (1985). La sociedad desescolarizada. México. Barral Editores.

Narodowski, M. (1994). Infancia y poder. La conformación de la pedagogía moderna, Buenos Aires.

Narodowski, M. & Botta, M. (2017). “La mayor disrupción posible en la historia de la pedagogía: Iván Illich”, Pedagogía y Saberes, Nro. 46.

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