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Cómo será la educación con Milei presidente

 El resultado del ballotage entre Javier Milei (La Libertad Avanza) y Sergio Massa (Unión por la Patria) a favor del primero, merece el análisis de lo que se encontrará el próximo presidente en materia de educación.

Sin Milei

Veinte años de hegemonía política kirchnerista, incluidos los cuatro años macristas, han dado como resultado que, Argentina, comparada con el resto de los países de América Latina y el Caribe (excepto Haití), tiene todos sus indicadores educacionales estancados o desplomados. En un escenario donde los pibes y las pibas de los barrios populares han sido los más perjudicados, aunque no solo ellos: los chicos argentinos de mayores ingresos tienen resultados iguales a los de ingresos medios del Perú e iguales a los más pobres de España. 

El último ministro kirchnerista, en un debate electoral pretendió refutar este diagnóstico con la cantinela usual: en Argentina hubo aumento de la inclusión escolar, un argumento falso ya que el resto de los países de la región con nivel de desarrollo equivalente e incluso algunos más pobres, también mejoraron la inclusión pero ninguno sacrificó calidad educativa como sí lo hizo la Argentina.

En 1996, en el ranking de evaluación educativa latinoamericana de la UNESCO (una evaluación a la que ningún especialista anti evaluación osa cuestionar) mostraba a la Argentina segunda detrás de Cuba. A medida que transcurrió el siglo XXI los resultados se fueron desmoronando desde 2007 y en 2013, hasta llegar a 2019, cuando ocupamos el puesto once, siendo El Salvador el país más parecido a la Argentina. Estas pruebas evalúan lengua, matemática y ciencias en primaria: como para que no queden dudas: nuestra joyita sarmientina también está hecha, con perdón, pelota.

La ley insignia del kirchnerismo, la ley de Financiamiento Educativo, disponía que desde 2010 la inversión educativa debía alcanzar 6% del PBI. Sin embargo, a esa meta solo se llegó en 2013 y 2015 aunque hasta 2017 se acercaba bastante al 6%. En 2018 la inversión comienza a caer y llega a su punto más bajo en 2021. Desde entonces se recupera, pero aún no alcanzó los valores de 2018.

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La diferencia entre ese 6% y lo que efectivamente se invirtió generó una deuda educativa del Estado con sus chicos y jóvenes de 26 mil millones de dólares, algo más que la mitad de la deuda con el Fondo.

El “éxito” de estos 20 años fue la privatización de la educación, una política de Estado iniciada por Peron en 1947 con la instauración de financiamiento a las escuelas privadas. El dato novedoso post 2003 es su profundización: durante varios años, no solo las escuelas privadas crecieron más que las estatales sino que éstas perdieron alumnos en el nivel primario.

Con Milei

Se sabe poco de Milei 

Adhirió al compromiso para la alfabetización inicial que propusimos desde Argentinos por la Educación y que firmaron todos los candidatos menos Myriam Bregman. En los casos de Patricia Bullrich y Massa tendríamos alguna pista de su cumplimiento en base a lo que (no) hicieron. En Milei es una incógnita su voluntad política y su capacidad de convocar a expertos, lo que parece más un defecto nuestro -de los expertos- que de Milei. Llamativo: el único dato sobre educación que se dio en el debate fue el porcentaje de alumnos que terminan el secundario en tiempo y forma. Y lo tiró Milei 

El punto lisérgico de Milei fue patear el tablero de la corrección pedagógica proponiendo vouchers educativos, una política irrealizable desde el gobierno nacional, como expliqué en Cenital. Pero es tal el desierto de ideas educativas que nos endrogó discutiendo una estupidez, hasta que en el debate reconoció la dificultad que yo le había señalado y la mandó al rincón de las reformas “de segunda generación”.

En una participación bizarra y tristemente antisemita, su ex futuro ministro de educación propuso otra cosa; no vouchers, sino “libertad de enseñanza”: las familias eligen la escuela pública o privada de su preferencia y ésta tiene libertad para enseñar sin respetar planes de estudio generales. Llegó a proponer que si La Cámpora quería tener sus propias escuelas, podrían enseñar lo que quisieran, siempre que no se lo impongan a otros.

El problema es que vouchers y libertad de enseñanza son antagónicos: los vouchers necesitan evaluaciones estandarizadas (como las pruebas Aprender) para que las escuelas compitan, y para que eso ocurra tiene que haber planes de estudio generales… lo que va en contra de la libertad de enseñanza. La confusión está clarísima.

En las universidades públicas, los vouchers sí pueden ser implementados y de hecho hay muchos sistemas universitarios que consideran a cada estudiante y a cada graduado como unidad de financiamiento anual. El problema es cómo repercutirá en un sistema público universitario que tiene el gasto por alumno más bajo de la región, con tan pocos egresados que terminan siendo los más caros…, y el 70% de los alumnos queda afuera.

Respecto del financiamiento hay muy pocos indicios. Ni Milei ni Massa propusieron pagar la deuda educativa. En el debate, Massa explicitó su proyecto de ley de llevar la inversión del 6% al 8% del PBI y Milei le replicó que eso es para universidades. Y en eso Milei está acertado: el proyecto del ex oficialismo duplica la inversión en universidades (literal, 100%) e incrementa la inversión para todo lo que no es universitario en apenas 12%. Si la ley sale así, y si Milei fuera coherente, debería vetarla parcialmente para que los valores se inviertan. Objetivamente, esto debería tener el apoyo de quienes se beneficiarán: gobernadores y CTERA. Los milagros, dicen, existen. 

En relación con la profundización de la privatización de la educación post 2003, no creo que Milei cambie una tendencia de casi 80 años, iniciada por el peronismo y luego avalada -por default- por el radicalismo, los militares y el Pro. Punto más punto menos, esta política de Estado se habrá de mantener.

El último punto identificable de su propuesta es terminar con el “adoctrinamiento”. Como advertí en otra nota de Cenital, en Argentina no tenemos adoctrinamiento sino bajadas de línea groseras y autoritarias por parte de algunos docentes y escuelas que hacen malas praxis educativas. El adoctrinamiento precisa que la bajada de línea sea estatal y que se sancione a los divergentes. Sin embargo, algunos currículums provinciales, como el neuquino, están proponiendo enfoques hegemónicos y no pluralistas. ¿Qué podría hacer Milei? Desde el gobierno nacional poco y nada, salvo emprender una campaña de “cambio cultural”.

El gran interrogante es si se seguirá colapsando la educación o un gobierno de La Libertad Avanza comenzará a descolapsarla.

Como investigador soy escéptico por la información disponible y es altamente probable que, como en las últimas décadas, el crimen cometido contra la educación continúe sin solución. 

Como educador, nunca pesimista. Especialmente porque la vida real de las escuelas sucede en las provincias y estas nos han mostrado, desde hace algunos años, que pueden mejorar la educación con independencia de la arrogancia, la cosmética, la desidia, la desorientación y especialmente la incapacidad del Gobierno Nacional.

 

Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. Académico Asociado de Argentinos por la Educación.